domingo, marzo 12, 2006

TODOS FLOTAN

La canción de ésta semana acompaña mis tardes y las llena de felicidad y armonía. Espero que os acompañe también a vosotros.


TODOS FLOTAN

La vida de Jim había comenzado a ser más aburrida y más sosa que nunca. Se había quedado sin amigos desde hacía meses, poco tiempo después de haberse liado con May. Tanto tiempo querían estar juntos o quizás tanto los unía el amor, que Jim no pensó en nada más que en estar con ella. Y se había olvidado completamente de sus amigos. Y sus amigos de él. Ahora, ella también lo había olvidado, y lo había dejado sin la oportunidad de decirle cuánto la quería. Cuantísimas cosas le habría dicho si hubiera sabido que esto iba a ocurrir.

May quería estar sola y, si soledad era lo que quería, lo había conseguido, aunque no para ella exactamente. Ella contaba con el apoyo de sus amigas o por lo menos con una de esas personas que se podían considerar como “amigas”, Sara.

No obstante, Jim, apartado de la sociedad excepto por sus padres, que eran como dos suspiros que recorren una casa abandonada, vagabundeaba por los cajones en busca de algo con lo que entretenerse. Sin ella no era nadie, no era nada, ni nada excepto ella lo haría sentirse nadie.

Aunque no terminaba de creerse que hubiera ocurrido, ya lo había temido hacía algún tiempo. Así que compró el libro más grueso que había en la librería. Se titulaba “It”, de un tal Stephen King o el maestro del terror como lo conocían sus fan’s. Revolvió los olvidados cajones de su habitación en busca del libro. Finalmente lo encontró lleno de polvo, bajo una camiseta del equipo de fútbol en el que jugó en el instituto. Sopló las pastas y pudo observar a aquel payaso de dientes puntiagudos y monstruosa cara que tanto miedo le había dado y le seguía dando. Un estruendoso relámpago apareció a la par que la garganta de Jim comenzó a atorarse y un leve cosquilleo le fue ascendiendo por el abdomen.

De pequeño había tenido una experiencia demasiado embarazosa en las afueras de un circo. Observó, como uno de los payasos que minutos antes había estado haciendo reír a cientos de niños en la carpa, golpeaba brutalmente a un hombre y le escupía una vez en el suelo. Aquello lo dejó marcado, y desde entonces no era capaz de mirar a la cara a un payaso, y menos al de aquel libro.

Nunca se había sentado a leer. La literatura lo dejaba tan indiferente como la subida del euro a un niño del tercer mundo. Aún así, y con el miedo que aquello conllevaba por medio del payaso, tenía la sensación de ser atraído por aquel libro y por la idea de resarcirse de sus penas de cualquier manera.

“El terror, que no terminaría por otros veintiocho años - si es que terminó alguna vez - comenzó, hasta donde sé o puedo contar, con un barco de papel que flotaba a lo largo del arroyo de una calle anegada de lluvia…”, comenzó a leer, pero, tras varios párrafos más, un contundente pinchazo en la garganta lo hizo soltar el libro.

Apresuradamente se llevó las manos a la garganta sin notar nada raro. Ni al toser. Sólo otro ligero cosquilleo al carraspear, como el que había sentido al coger el libro. Esta vez era un traqueteo como si un ciempiés estuviera correteando sobre su garganta. No era dolor lo que sentía sino algo extraño que comenzaba a preocuparle. Aquello lo hacía desviar la poca atención que tenía sobre el libro y llevarlo a pensar en May. Lo había dejado en la soledad, y al parecer, para siempre. Tenía que afrontarlo como fuera, y pensar en ella no era la mejor manera. Así que volvió a abrir el libro por donde lo había dejado y siguió su lectura.

Cuando fue a pasar de página, otro relámpago resonó en la habitación y los picores volvieron de nuevo.

Cerró el libro estrepitosamente y lo lanzó contra la pared a la vez que lo maldecía como si el demonio se hubiera apoderado de su cuerpo. Maldecía los picores, maldecía a sus antiguos amigos y maldecía a May, además de maldecir al libro. Entre llantos, y con los ojos empañados de lágrimas, rebuscó entre los cajones en busca de otra cosa con la que entretenerse y olvidarse de May por completo. Entre la pila de cosas viejas apareció un cuaderno. En realidad era un diario que May le había regalado por su cumpleaños. Pasó la tapa y leyó la dedicación que en su día le había escrito May: “… y aunque algún día nos separemos, espero que cuando escribas sobre éstas páginas recuerdes que siempre tendrás un espacio en mi corazón”.

De repente los picores comenzaron a aprisionarlo de verdad y las lágrimas cesaron por completo, secándose bajo sus ojos. Una frase sin significado para él, le vino a la cabeza “Todos flotamos aquí abajo, tú también flotarás”. Jim estaba seguro de que iba a morir. Lo raro era que no temía por ello, sino por no dejar aunque fuera escrito lo que sentía por May.

De repente, las palabras que brotaron de su garganta flotaron hasta el cuaderno. Las palabras formaron frases y las frases los versos másbonitos que jamás hubiera escuchado ni que jamás se hubiera atrevido a recitar.

Al instante aquel picor se consumió y las lágrimas siguieron su cauce hasta resbalarle por el mentón.

Jim suspiró de felicidad y respiró el aire de una nueva vida en solitario, sin amigos y sin novia pero con un libro que leer y un payaso al que le había perdido el miedo.

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Texto: espíritu caótico
Dibujo: raúl_markos

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta la cancion que has elegido esta semana, la letra es preciosa y en sí una de mis favoritas en este momento.
A parte de eso, muy buena historia, aunque... ¿Por que siempre escribes cosas con un toque de amargura, tristeza o melancolia? Están muy bien, pero de vez en cuando hay q ponerle alegría a la vida. :D
MUCHOS BESITOSSSSS!!

Espíritu Caótico dijo...

Me alegro de que te guste la canción, para mí es una maravilla, un toque perfecto de unión de voces y una letra...uf, melancólica total.
Suelo escribir sobre cosas irreales, cosas trágicas, cosas tristes, alguien me lo pegó, aunque también escribo sobre cosas más alegres aunque suelo terminar escribiendo cosas de broma en vez de alegres, por eso me suelo decantar por el terror y la tristeza. Un salu2

Anónimo dijo...

Ambas historias, tanto la de la canción como la tuya, preciosas y al mismo tiempo muy tristes, pero totalmente cotidianas. Esa canción me recuerda a una tarde de domingo que no hace mucho viví y que jamás olvidaré,al menos me dejó verle...Todos tenemos algún miedo o lo hemos tenido, pero a veces es mejor enfretarse a él antes de que te gane la batalla.

Un besito.

Espíritu Caótico dijo...

Jó, hay tardes de domingo que son inolvidables e historias irrepetibles, aunque con imaginación las historias felices se pueden superar con creces. Un salu2 princesa.
Los miedos hay que superarlos enfrentándose a ellos como bien dices, qué mejor que eso... Más vale una vez colorao que ciento amarillo.

Anónimo dijo...

a mi si que me ha gustado la historia, ademas tiene que haber historias de todo tipo, no todo va a ser todo un camino de rosas siempre.

un saludo.

sonia.

Raúl dijo...

Un gusto pasar por acá, como siempre...

Buenas letras, buenas imágenes...

Un salu2.

Espíritu Caótico dijo...

Os dedico una sonrisa. Un salu2

Anónimo dijo...

Hola, soy el pintamonas que ha hecho el dibujo del relato. Pasaba por aquí para saber cuándo *&@ño voy a cobrar, porque mis hijos están pasando hambre, mi mujer amenaza con dejarme si no saco dinero, y juraría que mi suegra planea matarme un día de éstos para cobrar un seguro que ella no sabe que tuve que cancelar... Además, debajo del puente donde vivo hace frío, y el troll que tenemos por vecino no deja de molestar.

Bueno, ahora en serio, un saludo a todos y perdón por la extensión del comentario. Diría algo sobre el relato, pero es obvio que me gustó, o no haría el dibujo ¿no? (David, paga de una $·%·&%$ vez ).

Venga, recuerdos de un amigo gallego,