I
Aún penden de mis labios
los flashes de tus sonrisas,
perduran en mi corazón
como una imagen
dentro de una fotografía.
Ausentes, se vuelven a unir
los pedazos del rompecabezas
que forman el puzzle
más hermoso jamás hallado:
tu rostro a la luz de la luna.
Te elevaste y,
como una nube que asciende
y vive eternamente en el cielo,
te acunaste en las alas del amor.
Y ahora das brillo al día,
tranquilidad a mis anocheceres
y gotas de lluvia para poder
llorar tranquilo tu ausencia
en la noche.
LA RISA DEL SAMURAI
Soy un alma desvalida. Abatida. Inmune a la varita mágica que agracia a desgraciados y contenta a infelices.
Tras la estela de un cometa que se estrellará, contemplo tu risa marchitada y percibo el descomedido aroma de una pérdida irrecuperable.
Tengo las horas contadas. Tres. Y ahora soy verdugo de tus intenciones. Armado con mi katana me dispongo a destruirlas una a una como tú destruiste mis ilusiones quebrantándome el corazón.
Pero ya no hay vuelta a atrás. Tus pretensiones están encadenadas a la brumosa sombra que te acecha tras las esquina. Tus párpados pestañearán agrietados como el susurro de un lamento a media noche. Y tus lágrimas se juntarán con la carcajada de un marsupial que insinúa facilidades para escapar de tus recovecos.
Ahonda en tu recuerdo, profundiza sobre el pozo de pensamientos que te hicieron rechazarme como media naranja para convertirme en pera pocha. Resuelve esa traba que te produce tanto dolor de cabeza y preséntate ante mí. Recuerda traer la llamarada de felicidad que siempre portas que yo exterminaré cada átomo de felicidad de tu risa de samurai.
Texto: David Coleto Mozos
Ilustración: Abel García
Buena frase argentina (o por lo menos yo se lo escuché a un argentino, je) y cierta en todos los aspectos.
Lo de seguir echando la quiniela ya es por gastar, porque vamos... como tenga que vivir yo con esto estoy apañao...3 aciertos...madre mía...y eso que me gusta el fútbol y, por ello, debería entender un poquito. Pero ni con esas.
Mañana vuelta al trabajo. Han sido 10 días productivos, raros, variados como suelo tener, y algo dispersos de solvencia. Pero sigo aquí, intentando disfrutar de la vida, de las alegrías que nos da, de los momentos felices y de las sonrisas que poco a poco me regala por donde voy. Pocas, pero alguna hay.
¿Por qué hay canciones tan tristes y que pueden llegar a emocionar tanto?
Radio Macandé - Se apaga una luz
