Es cuando se caen las hojas,
marrones apagados y ocres,
cuándo mi mente reflexiona,
vacila, afloja,
todo sale del revés cortado
y no llego a salvar ese tie break
que me vence en la recta final.
Los colores suaves me afligen,
palidecen las arañas al verme pasar,
mas tras varios disgustos entrambos
crece una extraña amistad insecto – humano
sin saber quién de los dos es cuál.
Tardo en reconocer mi desvarío
pues no difiere la realidad
de mi día a día tras mis ojos,
rojos, azules y capuccinos
ventilando el fuego de mi mirada
y aireándolo con suaves susurros.
He vencido al pincel
que me pinta la cara de morado
y la despega de caucásico rubor.