sábado, enero 12, 2013

ENSEÑANZA a una PARED

Hay gente, en demasía, creyendo ser superior a lo banal que es en realidad.

La cultura crea a los humanos, pero si un cerebro no sabe ceder y bajarse de esa nube, blanquecina para él y negruzca para los demás, tanta cultura te hace seguir siendo más lerdo que el pobre analfabeto que no dispone de medios para enriquecerse.

Día tras día se aprende algo, o se deja de aprender…o más bien diría yo, que hay que aprender más de una cosa al día para que, sumando la que se aprende normalmente y restándole la que se pierde por el paso del tiempo, sigamos aprendiendo una cosa antes de acostarnos. Si es que nos acostamos cada día. Todos debemos aprender, TODOS.

Pero para que aprendamos debemos ceder, y quién no cede no aprende, ni tampoco demostrando su absurdo poder de enseñanza en la medida en la que, se enseña a quién no sabe, no a quién se cree uno que no sabe. Sino, consiste en una enseñanza a una pared, una demostración de sabiduría a un mecanismo inerte o un alardeo de talento al que le importa un bledo si sabes, dejas de saber o te mueres pasado mañana.

Cambios, cambios y más cambios. La vida consta de eso, y hay que aprender a aceptarlos. Pueden gustar o disgustar como al que le detectan un tumor y no sabe reponerse a ello. Pero siempre hay que redimirse antes que morir. Y luchar, siempre luchar…jamás en vano.

lunes, enero 07, 2013

¡¡PELIGRO!!



Es peligroso poner a prueba un placer de la vida como la escritura. Darle tiempo a perderse. Pensar que con prestarle varios meses sabáticos volvería renovada con ideas frescas para llenar folios y más folios.

Es peligroso, tanto que cuándo creías haber apaciguado tus ansias de escritura, lo que has conseguido ha sido perder el interés por completo. Saborear pieza por pieza un desamor comprobado por tu des apetencia literaria. Recrearte en la dejadez y la vagancia por la que tú ya no eres ese “Tú” con el que mirabas a los ojos de la gente y veías una historia. Veías “Su” historia. Pero ya no la ves ni aunque te la cuenten. No la ves ni aunque te la describan pelo a pelo, gota a gota, desde el llanto hasta la carcajada. No las disfrutas como lo hacías cuándo reunías esas ganas, ese apetito devorador con el que te comías las letras, las palabras, las frases…

Es peligroso. Tanto que cuándo quieres darte cuenta hace años, varios años que no escribes nada con sentido, sólo algún folio que rellenar en tu trabajo y por obligación. Y eso no es lo que te infundía tanta pasión, tanto placer por contar lo que alguien quería contar y no se había atrevido a hacerlo. Tan peligroso que sólo escribes reflexiones, ideas vulgares, monótonas, insípidas y cargadas de aburrimiento. Tan peligroso como usar un arma blanca olvidada en cualquier rincón de la casa y saber que en tu sonambulismo puedes levantarte, cogerla y asestarte un golpe mortal.

Es peligroso, muy peligroso y por eso…no lo volveré a hacer.

He vuelto…