
Saludosssss
Escribir, escuchar, saborear la música, leer, visualizar, enamorar, viajar, sonreir, llorar, amar...
NO DERROTES MI BATALLA
Tengo el corazón exhaustado,
repleto de heridas que,
en el campo de batalla
me causó el amor.
Traigo munición suficiente
para combatir con mis besos
uno a uno,
cada latido que me rechaces.
Vengo preparado con las más fieras
hordas de cariño
por si te descuidas un momento
y te emblandeces ante mis versos.
Cuido el más mínimo detalle
del movimiento de tus sonrisas
para recomponer pedazo a pedazo
ese trocito de cielo que enseñas.
Vengo preparado para la victoria,
trompetas al viento,
arroz dispersado sobre tu velo,
flores que vuelan tras tu cabeza
y se pierden en meras esperanzas.
Lo que se me ha olvidado
ha sido el camino a casa
con los labios vacíos,
desiertos del sabor de tus besos,
solitarios apuntalando labio con labio
y quejumbrosos por no haberte
llegado a besar.
Que tu boca sea mapa de mi tierra
y vacaciones hacia mi isla perdida,
pues si todo sale a pedir de boca y mano,
no derrotes mi batalla.
Tengo el alma abierta en canal.
La subasto al precio más ínfimo
que pueda pagar la mejor postora.
No miro caras,
no miro cuerpos,
no quiero palabras sensuales
ni mentes fogosas,
no uso mi imaginación sexual
ni anhelo que mis manos
soben sin delicadeza.
Sueño mientras pienso
que un ángel callejero me recorre
el pensamiento y domina
las contorsionadas carreteras
que van desde mi cabeza
hasta la semilla de mi manzana.
Pierdo la noción del tiempo
cuando nos introducimos
en palabras sinceras sacadas
de lo más profundo del saco.
Sé que bailar es besar con
las ondas de mi cintura y que mi cuerpo
puede atraer más que mi mente,
pero no desisto:
Mis labios están sellados
y no se abrirán por más que los fuercen.
Solo la llave del amor y del cariño
tiene cabida en mi aislado corazón.
Ésta fue una putada más que lo que pretendía ser: una broma. Más si quién la realizaba era un joven afectado por una enfermedad que lo hacía tener la mentalidad de un adolescente cuando tenía más de treinta años en su cuenta personal.
Fernando Miguel no lograba hacer de vientre a diario y ello le estaba causando una pesadez tremenda en el cuerpo y una inestabilidad psicológica en su joven y aniñado cerebro de adolescente.
Entre Fernando Miguel, que trabajaba de camarero en el bar de sus padres, y sus amigos, siempre existían a un lado del grupo bromistas y víctimas al otro.
Aquél día, la broma estaba preparada a conciencia aunque subconscientemente. La taza de café que Juanito solía tomar a eso de las cuatro de la tarde contenía una cuarta parte de gotitas de laxante. El médico le había recomendado a Fernando Miguel que debía echarse diez gotas al
–Tu cafecito con leche, Juanito – le dijo mientras le dejaba la taza sobre un plato y se contenía la risa.
Juanito sorbió y sorbió hasta terminarse cada gota de café, de leche y de laxante.
Al anochecer fueron innumerables las carreras que se tuvo que dar Juanito desde su cama hasta el retrete intentando evitar cagarse las patas abajo. Una vez tras otra hasta creer que el esfínter necesitaría más de un punto de hilo para cicatrizarse. Por suerte para Juanito aquel calvario terminó antes del
Texto: David Coleto Mozos
Imagen: Abel García
19-03-2007#08-12-2009