Arrepentido vuelve el cuervo
después de sacarte los ojos.
Busca que lo acaricies
y tranquilices sus alas cansadas
de tanto volar bajo las sombras.
Numera cada muerte
que en su vuelo ha podido contar
y grazna una canción fúnebre
junto a la lápida de cada fallecido.
Pinta cuencas de negro,
amorata labios y
palidece el cuerpo de dos amantes
que se besan a medianoche.
Recupera el quejido del silencio
al anochecer y lo convierte
en una melodía digna
del día más tenebroso.
El cuervo planea sobre nuestras cabezas
y se relame el pico al vernos
actuar como suicidas.
Se remanga las alas,
acentúa la mirada
y descifra el día de nuestra muerte
para ser fiel acompañante
el momento más injusto
de nuestras mártires vidas.
Gracias a ambos por la rápida contestación en forma de dibujo.
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