
...y es Mozos, je...fallos del directo.
Saludosssss
Escribir, escuchar, saborear la música, leer, visualizar, enamorar, viajar, sonreir, llorar, amar...
INCOMPRENSIBLE
No logro comprender por qué lloro,
por qué si mi vida es hermosa,
si no me faltan amigos, salud,
dinero ni amor.
No logro comprender por qué lloras,
si doy todo lo que tengo por ti,
si vendo mi tiempo para que tú lo aproveches,
si entrego mi alma al diablo por pasar un instante a tu lado,
ese instante en el que tus cristalinos ojos me miran,
tu boca me sonríe y tus labios me besan
cuán mariposa posándose sobre una flor.
No logro comprender por qué ésta vida
me otorga sentimientos que afloran con esa fragilidad
y después afligen mi alma con tanta rapidez.
Quizás quién mucho ayuda poco recibe,
quizás quién mucho piensa poco obtiene,
quizás esté subestimando los elogios que el mundo me otorga
y queme los petardos tan rápido que no tenga tiempo
ni para detenerme a lanzarlos.
El tiempo pasa muy deprisa y mis ojos se arrugan.
No quiero llorar, ni que tú llores, ni que nadie llore
si no es de felicidad. No quiero muertes, no quiero guerras,
no quiero enfermedades, sólo te quiero a ti,
te quiero y no quiero que pase el tiempo,
te quiero y quiero que lo sepas,
te quiero y no logro comprender por qué
si yo te quiero y tú me quieres
no podemos estar juntos.
Texto: David Coleto Mozos
Ilustración: Lili Ham
Fueron breves. Brevísimos diría yo. Pero fueron preciosos.
Unas nubes blancas rodeando el azulísimo cielo anunciaron lo bello que podía resultar un entorno abierto junto a ella. El escaso viento agitaba su melena morena y le hacía cerrar esos enormes ojitos negros como dos túneles insuficientemente iluminados.
Sus labios, jugosos como la más sabrosa tarta de chocolate, se ensancharon para mostrarme la sonrisa más bonita que había visto nunca.
Después todo ocurrió deprisa. Sus labios se unieron a los míos, creo que me abalancé hacia ella, la besé, nos besamos, viajé hacia el paraíso y finalmente nos derretimos.
Y resucitamos sólidos, vestidos de largo, cogidos del brazo y esperando un "sí quiero" de nuestros respectivos labios. Se hizo de noche y mi habitación se transformó en nuestra habitación. Velas, rosas, comida afrodisíaca y una cama enorme. Hacíamos el amor una y otra vez, desgarrándonos el alma en cada suspiro. Y nuestra respiración se aceleraba tras venderle al diablo nuestras almas a cambio de estar juntos el resto de nuestras vidas.
Pero sólo fueron cinco minutos. Sus labios se separaron de los míos y su reloj se apresuraba a darle el toque de queda.
Texto: David Coleto Mozos
Ilustración: Abel García
Saludos.
Tardes, sí, tardes, no mañanas ni noches
con orondas ventoleras de fresca sal
serpentea cabizbajo el santo zorro
evadiendo el siseo de otro morro
que transforma su lengua en visceral.
Tardes estivales de incongruencias banales
¿qué dices de tardes estivales, Federico?
que con las tardes nos llega la templanza
mas yo prefiero llenarme bien la panza
de algo que alimente y además, claro, esté rico.
Tardes, rebeldes tardías de sonoras sombras
que con sonajeros de un llanto dulce
bebe periquito pues que bebas ansiado
no aluniza las estrellas a tu lado
sin quererte perdido en estas palabras de cruce.
Tardes estivales a la antigua usanza
quién mata no prepara ni corta
quién corta no mata ni prepara
mas alguien se oculta entre la vara,
no es necio, quién ni mata ni prepara ni corta.
Y tras tardes beneplácitas y estivales
llegan noches alegóricas y sigilosas
zumban los oídos sin alguno recelo
el baile que Morfeo nos ha preparado
cansancio y bostezos cuan niño acostado
viendo al sueño que eleva el vuelo.
Tardes estivales de la bruma placentera
del jaleo que comanda el borrico
caiga el sol, caiga el rayo, caiga la luna,
que mientras llora recién nacido en la cuna
yo me ensueño en tus palabras, Federico.
CORAZÓN TENIENTE
Corazón teniente,
culpable de mi locura
condescendiente,
que tambaleas mi silueta
cual títere de cuerdas desgastadas
que intenta aferrarse al escenario.
Corazón teniente
que desvelas los entresijos
de mi devoción paciente,
sombrea el castigo
que reluce el anochecer
de tus pestañas.
Corazón,
desgarrador,
atento al desengaño
que fracciona mi locura
en versos tenues,
no le solloces más
a esa luna traviesa.
Capitán de mis entrañas,
soldado rociero de armas tomar
y pacífico en guerras colindantes…
locuaz brujo de infinitas pociones,
capataz rebelde de las tropas pasionarias
en faz
de la tierra humedecida
con mis lágrimas…
créate un nuevo personaje enérgico,
empático e inteligente
y saltea montes y nubes de colores
en busca de quién te da la vida:
Ella.
Solo Ella,
con la suavidad que Ella,
la ternura en Ella
y el amor que Ella siempre te confiere.
Corazón teniente,
a sus órdenes desordeno mi orden,
sosiego mi revoltosa calma
y sangro, arraigado a tus tristes estocadas,
bajo el anochecer
que susurra lamentos quejumbrosos.
Ilustración: Mª de Gracia Palacio Rivera
Poema: David Coleto Mozos
09-02-2009
Salí a disfrutar de un aire que correteaba por delante de la puerta. La arena mojada parecía oler a suciedad y a ron. Mucho ron. Era como cuando mi padre me despertaba los sábados por la noche y me besaba en la frente. Me decía que no le dijera nada a mamá y que me durmiera lo antes posible.
Aquella brisa hizo que se me moviera la camiseta y me dieran ganas de seguir refrescándome con el agua del mar. Así que di veinte pasos, no más, me despojé de las zapatillas y mojé los pies en la orilla.
Levanté los brazos e inspiré profundamente. Noté la necesidad de adentrarme al mar, mojarme y respirar el agua salada por última vez aquel verano. Pero de nuevo ese olor a ron y a pesadillas de fin de semana. Miré en rededor en busca del causante de aquel olor. A pocos metros una botella de cristal reposaba sobre la arena. Estaba tapada por un corcho y contenía un pergamino. Desprendía demasiado olor a ron pero sólo una esquina del pergamino parecía estar mojada.
Vencí la curiosidad, dejé la botella en un lugar más seguro y corrí en busca de aquel baño que tenía tantas ganas de darme, de saltar, de oler a mar por última vez aquel verano.
DAVID COLETO MOZOS
19-09-2003