domingo, noviembre 12, 2006

CASI DOS MESES SIN ORDENADOR

Sin internet, sin discos de música nuevos, sin estar en contacto con muchos/as amigos/as de fuera de mi ciudad, sin poder trabajar agusto en mi casa, sin estar al día en temas literarios, musicales, cinematográficos; sin poder inspirarme como cuando me siento frente a la pantalla...casi dos meses sin una libertad tan inmensa como la que me da sentarme frente al ordenador y liberarme de todo, olvidarme de cualquier problema que tenga y escuchar el sonido de cualquier banda sonora que pueda convertirse en parte del soundtrack de mi vida.

Casi dos meses sin ordenador dan para mucho, para decir que el trabajo va viento en popa, que estoy jugando en el Almodovar C.F. "B", que me eché novia allí y que la salud me trata más o menos bien entre otras cosas.

Por todo en general podría hablar maravillas de mi vida, y no es para menos. No me puedo quejar, y más cuando conoces a gente que lo está pasando muy mal y te das cuenta de lo afortunado que puedes llegar a ser tan sólo con tener dos platos de comida al día, una cama, calefacción y todos los miembros de tu cuerpo:

El otro día acompañé a Lucía (así se llama mi chica) al autobús que la llevaría de camino a Almodovar y me sucedió algo que me hizo pensar. Nada más subirse Lucía al autobús avancé hacia arriba en busca y captura de unas compras que me había propuesto realizar. Nada importante, algún regalo, comida para llevarme al trabajo, etc... Pero de repente escuché que alguien me llamaba la atención a lo lejos: "Chico, oye chico". Miré hacia atrás. Allí se encontraba un anciano al que le faltaba una pierna desde la rodilla hacia abajo y en su lugar había un palo de madera al que se ataba el muñón."Chico, perdona" me dijo casi sin aliento. "Por favor entra en esa tienda a ver si pueden llamar a un taxi". Entré en la tienda casi sin pensarlo y después me di cuenta de que para algo servía el aparato que llevaba guardado en el bolsillo del pantalón. Le pregunté el número de los taxis y después de llamar y que nadie lo cogiera subí a la parada a ver si encontraba alguno por allí parado y que no se hubiera dado cuenta de que les estaba sonando el teléfono.Como allí no hubo ningún taxista esperando al necesitado de sus servicios bajé hasta la parada del autobús para darle la mala noticia al pobre anciano inválido.Cuando llegué lo vi usando un espirómetro (uno de esos aparatos que usan los asmáticos). Y le pregunté hacia donde iba."Al hospital", me contestó. "Necesito ir urgentemente porque me canso mucho andando y los ataques de asma me dejan sin respiración". En autobús no podía subir porque se asfixiaba entre tanta gente y tan poco aire así que la única opción que le quedaba era esperar a que llegara algún taxi pronto. Yo tenía que ir a hacer compras pero no podía dejar a aquel anciano allí esperando a que llegara algún taxi que, al igual que la policía, nunca está cuando se les necesita. Así que no tardé en proponerle algo. Me acercaría a mi cochera que no quedaba lejos y lo acercaría en coche hasta el hospital. La cara que puso no estaba pagada con ningún cheque del mundo. Sus ojos se engrandecieron y a la vez entristecieron agradeciéndome inménsamente el acto que iba a realizar por él, ninguna molestia por mi parte. En el trayecto hasta el hospital me estuvo explicando que solía pedir por la calle (de ahí que me sonara su cara), que sus hijos eran unos borrachos que le quitaban el dinero, que únicamente tenía una pensión de doscientos y poco euros y que sufría de asma, le faltaba una pierna y estaba perdiendo lentamente la vista. Además, para colmo, su mujer se acababa de morir hacía un año. Lo llevé al hospital. El anciano estaba más contento que un niño en la clase de educación física. Cuando llegamos al hospital quería darme 5 euros por haberlo llevado hasta allí pero jamás se lo podría haber aceptado. Creo que ninguna persona humana podría ser capaz de aceptárselos. Así pues lo ayudé a bajarse del coche y le dí 20 euros como ayuda. No saben cuánto creció mi corazón, no cabía en mi cuerpo. A la vuelta a casa no pude ni poner la música del coche. No era capaz. Únicamente pensé y pensé en cuan diferente puede llegar a ser la vida de dos personas a las que sólo les separa un asiento de un coche. Yo con mi trabajo, mi buena salud, mi amor, mi familia, todo... y él, únicamente feliz con el aparato que le conectarían en el hospital para que se tranquilizara y pudiera tomar oxígeno.

Tengo casi 24 años y espero que aún me queden muchas cosas por ver en ésta vida, pero si hay algo de lo que tenemos que aprender es de no ser tan egoistas con nosotros mismos y pedir cuánto nos apetezca pues hay tanta gente que, con tan sólo un aparato que les devuelva el oxígeno que han perdido caminando con la única pierna que les queda, pueden llegar a ser las personas más felices del mundo.



Saludos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

hola¡¡¡ cuanto tiempo¡¡¡¡ tenia ganas de verte por aqui.me alegro enormemente de que estes tan bien y por supuesto te doy yo tambien las gracias por lo que hiciste por ese hombre.como sabes yo estoy bien de salud, que los pocos problemas que tengo son incomparables con los de otras personas pero como sabes ( si te acuerdas) tambien colaboro con gente que tiene problemas de salud bien gordos, y cada vez que lo hago me siento crecer como persona, es un sentimiento inexplicable.muchos no entenderan lo que sentiste tu al ver a ese hombre agradecertelo con la mirada, pero los que estamos en ese mismo barco si que lo sabemos.ademas cosas que para nosotros no son importantes, como es llevar a un anciano al hospital y darle 20€, para otras personas es muchisimo.
de verdad estoy super orgullosa de tener un amigo como tu, eres un chico ejemplar.

un besote.

sonia.

Anónimo dijo...

ah, por cierto, me encanta la cancion.jejej.

sonia.

Espíritu Caótico dijo...

Hola sonia, me alegro que te guste la canción. Qué menos podría hacer por aquel hombre, si yo estuviera en su situación me gustaría que la gente fuera como mínimo como yo, yo no hice nada por él, creo que él hizo más por mí sin saberlo que yo por él. Me enseñó que no debo exigir, no debo ser egoista y no debo lamentarme de cosas que no lo merecen. Me alegro yo también de saber de tí. Un salu2

Anónimo dijo...

Hola wapo soy MOntse, se quien es el anciano del que hablas porque lo veo todos los dias al ir a trabajar. Me alegro mucho de que el destino lo pusiera en tu camino. Eres un sol. Por cierto la cancion es una de mis favoritas. Bss

Espíritu Caótico dijo...

Me alegro de que te guste la canción Montse. Ahora cada vez que veo al anciano no puedo pasar sin darle nada. Él me conoce. Me hizo muchísima ilusión cuándo pasé el otro día y, después de acercarme a darle dinero, me reconocio: me dijo "tú eres el chico que me llevó al hospital, ¿verdad?, eso ya te llena de satisfacción plena.